jueves, 26 de diciembre de 2013

Quiebre del siglo XXI.


Nací en una pequeña ciudad del centro, me críe en el mismísimo infierno,
una niña de bien que nunca perecería, la última en nacer y la primera en correr. Mi ciudad fue cegada por la refinería del Sol, por los escupitajos de las fábricas doradas.

Mi generación es la cero, no fui hecha como uno de esos héroes de la clase obrera.
Somos los gritos de la clase del 13, somos los desesperados en el descenso, planteada por los bastardos de 1969.

Mi nombre es nadie, -tu hija perdida, papá-,
nacida el 9 de junio, criada en el corral de los héroes y estafadores.
Las cicatrices en mis manos son un medio para un fin,
es todo lo que tengo para recordar los hechos pasados.

He estado al borde del suicidio y tiré el ramo de flores sobre tu tumba, 
me senté en la sala de espera perdiendo mi tiempo, esperando el día de mi juicio, ya no era la niña que nunca perecería, ya no era la primera de la fila.

Creo que estoy perdiendo lo que queda de mi mente
para el final del siglo XX. 

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