lunes, 26 de diciembre de 2016

La noche de los cuerpos

 
En la noche más lóbrega,  

una tenue luz se abrió paso entre el mundo de las sombras, 
mostró tu cálido cuerpo, casi menguante, 
tu cabellera, de enmarañado otoño, 
y la blanca disposición de tus dientes caníbales.
 
Mostró tus ojos, de rocío de lluvia y rayado zafiro, 

que son los de un león a punto de atacar, 
y que tras un segundo, se tornan en los ojos húmedos de una gacela, 
que está a punto de morir, 
durante una noche eterna, que no deja de gemir.


Nadina Halley

martes, 1 de noviembre de 2016


Han sido tantas las noches durmiendo a tu lado,
que levantarme y no verte me destrozó las entrañas.

lunes, 24 de octubre de 2016

Monstruos y príncipes


Ya no hay ningún monstruo bajo su cama, 
ahora se encuentra durmiendo a su lado,
vestido de príncipe azul.



lunes, 3 de octubre de 2016

Poemas del alma


Juro que el corazón se me acelera,

por la sola idea de entregarte estos versos,

y que pierdo todo sentido y palabrera,

mientras me miras y desnudas mis besos.


Juro que en el azul de tus ojos,

se pierden estas líneas que escribo,

y que en la inmensidad de tu cielo negro,

mis versos se confunden, quedándose en blanco.


Juro que si pierdo el Norte,

en cada uno de mis naufragios,

buscaré el camino de vuelta,

con la ayuda de tus astrolabios.


O esperaré la Lluvia de Perseidas,

que cada año, como musas,

caen sobre tus brazos y que lloran,

por no poder quedarse a tu lado.


Y contaré cada hora muerta del calendario,

y aguardaré ese segundo mágico a diario,

cuando se cruzan nuestras miradas

y se hacen cosquillas, acariciándose las pestañas.


Luego hurgaré y rebuscaré dentro de mí,

y encontraré mi cordura en vía de extinción,

junto a esta niña que antes era gris,

para hacerla brillar con tu ilusión.


Y es que eres la respuesta a todas mis preguntas,

y son tantas, tantas las que braman,

por cada uno de los recovecos de mi alma,

que tan solo con amor las podré domesticar.


Y es que eres el destello bajo el cielo de aquella noche estrellada,

que Van Gogh jamás podrá pintar.

Y es que eres el desvelo irresponsable en la noche más oscura,

y el planeta que nunca supimos hallar.

***


sábado, 13 de agosto de 2016


Causalidad en lugar de Casualidad,

destino,
azar,
fortuna,
fatalidad,
orden,
caos.

miércoles, 20 de julio de 2016

El nombre de las cosas


Al volver a casa, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. Recordaba la Osa Mayor, sabía que había estado en esa calle antes, pero no habría podido situarla en el cielo. También recordaba que vivía en la siguiente calle, pero no sabía que Andrómeda era una galaxia, ni que Orión se encontraba a solo un par de calles más allá.

Al agarrar una piedra no consiguió reconocer como propia la mano que la sujetaba. Era delgada y tan pálida, que se veía llena de venillas, arañazos y mugre. Tras examinarla durante un rato, su mano volvió a recordarle por un momento a aquella con la que lanzó canicas y sostuvo helados, aquella con la que acarició la piel de su amada y escribió espantosos poemas. 

Aquella con la que se dejó la piel para trabajar con unas pesadas máquinas para traer dinero a una casa llena de niños. La casa que siempre olía a pan horneado y a muebles viejos, cuyos rincones aún guardan objetos y secretos cubiertos de polvo, que nadie ha necesitado buscar jamás.

Pero al entrar, la casa ya no olía a pan horneado.


sábado, 25 de junio de 2016

Vivimos en campos de batalla


No hay tiempo para descansar, 
no hay ninguna almohada para mi cabeza, 
no hay a dónde correr para salir de aquí, 
no existe ningún camino para olvidar.

Estoy alrededor de unas sombras,
que me arrastran, que como amigos me cubren, 
y solo quiero que me dejen caer, 
para finalmente intentar dormir.

Atravesamos la tormenta, 
encontramos soldados cansados en esta guerra, 
que ya no recuerdan para qué estamos luchando,
que solo recuerdan a sus seres queridos.

Puedes conocerme en el campo de la batalla, 
incluso en la noche más oscura.
yo seré tu espada y seré tu escudo, 
seré tu camuflaje y tú serás mi mina.

Resuenan los ecos de los disparos, 
podemos ser los primeros en caer, 
todo podría permanecer igual 
o podríamos cambiarlo todo, 

Podrás verme cara a cara, 
donde se encuentra la raza humana, 
podríamos repararlo todo,
para dejar a nuestras hijas e hijos jugar.

Cuando era joven fuimos nombrados la generación sin miedo,
para los herederos que están por venir,
sé valiente y me conocerás en el campo de batalla, 
incluso en la noche más oscura.

Hasta el día que nos abracemos como hermanos,
que dejemos de vivir en campos de batalla,
hasta el día que la paz no sea solo un papel firmado,
que sea real. 

martes, 21 de junio de 2016

La chica de las estrellas


Parte I:

Annie es una de esas pocas personas que cree en el amor y otros monstruos. Las noches, si llueve, mira bajo su diminuta cama en busca de alguno, pero allí no encuentra más que polvo y una desgastada caja, repleta de cartas que recibe periódicamente desde el otro lado del planeta. Annie tiene insomnio y lo único que le hace conciliar el sueño es abrirlas cada noche y olfatear su perfume de madreselva.

Cuando abre el buzón y encuentra un sobre escrito con esa letra tan extraña, siente un regocijo que creía haber olvidado. Luego extrae con cuidado la cuartilla y la lee sin comprender. A veces encuentra dibujado un corazón, un pájaro o una flor de almendro y por eso sabe que son cartas de amor. Otras veces encuentra siete lunas en el reverso, con las que se le empañan esos ojitos tan risueños. Estas cartas le hacen tanta ilusión, que no piensa devolverlas, ni decirle al cartero que en ese edificio no vive una tal Natsuki Akiyama.

Annie cree en el destino, por lo que a veces se excusa diciendo que, de todas formas, Natsuki jamás las habría leído. También cree en aquella noche navideña de hace 13 años. Las estrellas fugaces que devoraron las tres primeras estrellas de la Constelación de Orión. La mañana en que Nathaniel le dijo que sí. Las promesas, aunque olvidadas. El día que se fueron a vivir juntos y que tiraron por el fregadero todo el alcohol que tenía en casa. Su ascenso a encargada en la pequeña galería de arte. Su primer año sin beber. Los girasoles de Van Gogh. La puesta de Sol, si es violeta.

Pero Annie ya no tiene ningún hombre en su vida, lo había intentado varias veces, pero el resultado nunca había estado a la altura de sus expectativas. Con el tiempo empezó a comprender que el amor existía, en algún lugar, pero que no estaba hecho para ella, ya que lo único que había conseguido hasta ahora era un corazón roto y unas camisetas olvidadas, con olor a lavanda. En cambio, cultiva el gusto por los pequeños placeres de la vida, como hundir los pies en la arena, escuchar Bohemian Rhapsody en la radio y pintar cuadros con los hilos de sus sueños.

Las mañanas, si no llueve, las pasa asomada a la ventana del patio leyendo entre cuerdas. Sabe que algo no funciona en el tercero desde que tienden juegos de noventa en vez de sábanas de matrimonio. Ya no hay ropa de bebé en el primero y solo se escucha el llanto de una madre que lo ha perdido todo. En cambio, ahora hay baberos gigantes, en el cuarto. Desde que enfermó el abuelo, vive con ellos y escucha a través de las ventanas cosas que preferiría no oír. Luego sonríe con los nuevos sujetadores de la del segundo, tres tallas más grandes que los de antes. Y llora. Llora desconsoladamente desde que los calzoncillos azul celeste que le regaló a Nathaniel cuelgan de las cuerdas de la chica del quinto.

Cualquier otra persona habría querido huir de allí, tan rápido como se lo permitiesen sus pies o la complicada mudanza, pero Annie no quiere volver a huir, no después de todo lo que había pasado hasta entonces, así que decide empezar de cero. Cambia el papel de sus paredes, de un sobrio marrón a un naranja melocotón, cuelga todos los cuadros que ha pintado, desde ese inusual bodegón con naturalezas muertas y el collar de su abuela, hasta esa horrible noria que tanto detesta, pero que al fin y al cabo, forma parte de ella.

Coge las tijeras y empieza a destrozarlo todo. Corta su larga melena por la mitad, y apenas se reconoce en el espejo después, corta esas detestables cortinas verde esmeralda, haciéndose un vestido con ellas y consigue atravesar el umbral de la puerta del edificio. Tras hacerlo, Annie siente repentinamente una gran armonía consigo misma, en ese momento todo es perfecto, la suavidad de la luz, el ligero perfume del aire, el pausado rumor de la ciudad.

Inspira profundamente y la vida ahora le parece tan sencilla y transparente que un arrebato de amor, parecido a un deseo de ayudar a toda la humanidad, le empapa de golpe.

El mar de tu calma


Imagen de rain, water, and photography

El mar puede ser como quiero que sea,
en calma o violentamente encrespado.

Azul verdoso al mediodía,
plateado al amanecer,
violeta al poniente,
o misteriosamente cárdeno.

Puede hacer sol,
o tener densas nubes de tormenta,
puede rugir o susurrar en los oídos de los mortales,
desde lo alto del acantilado o desde el fondo marino.

El mar puede ser como quiero que sea,
pero siempre te pertenecerá.

sábado, 11 de junio de 2016

Fiel amiga


Tristeza, Tristeza y todavía
y siempre Tristeza.
Tristeza junto a Melancolía,
Tristeza sin Felicidad.

Tristeza en las arterias,
en el cansancio,
en la esperanza,
en la médula.

Tristeza por vocación,
por vicio,
sin desmayo,
ni tregua.

Por muy lejos que mire,
la Tristeza ya es conmigo
y yo estoy con Tristeza,
mi fiel amiga.

Descendiendo sus huecas escaleras,
ante sus chimeneas,
sus muros desolados,
y sus rítmicas goteras.

Tristeza, Tristeza,
entregada a esa Tristeza,
interminable, absurda,
voraz, desesperada.

Yo solo sé dónde ha estado Tristeza,
que ráfagas de Tristeza arrasaron mis nervios,
con qué ardor
y con qué fiebre llegó.

El hartazgo de seguir sintiendo Tristeza,
de no apartar un gesto de esa Tristeza insaciable,
de vivirla en mis venas,
de permanecer en mis entrañas.

Y respirar en ella la realidad,
el sueño, el olvido,
 y el recuerdo,
sin importarme nada.

De no saber por qué Tristeza estaba conmigo,
de haberlo ignorado siempre,
cada vez más resuelta a prolongar la Tristeza,
y seguir esperando a la aridez inerte...

A la desesperanza
de no sentir ya nada,
de no poder, siquiera,
continuar sintiendo Tristeza.

Imagen de girl, art, and whale

(He aquí un dibujo de mi amiga Tristeza,
inundándolo todo en un mar de lágrimas) 

martes, 31 de mayo de 2016

Caricias en tu espalda


Esta mañana 
se ha colado un rayito de sol 
por tu ventana, 
que es la ventana de mi habitación. 

Se ha asomado 
y me ha pillado recordándote.
Esta mañana... 
sí que hacía calor. 

Pero me dejé la vergüenza olvidada 
en el fondo del vaso en el último bar, 
donde nos besamos por vez primera,
como si no existiera más nada.

Aquella mañana
recuerdo que estaba mejor,
como almohada,
tu pecho desnudo en la cara. 

Pero te has marchado 
y me has dejado totalmente tirada.
Esa mañana... 
el calor me mataba. 

Imagen de cry, sad, and pop art

Dame el tiempo que no te haga falta,
y prometo invertirlo en caricias en tu espalda. 

lunes, 30 de mayo de 2016


Llevo un roto en el corazón y un agujero en el jersey de cuello vuelto. 

jueves, 19 de mayo de 2016

Tres rosas rojas


Le regaló tres rosas rojas,
de esas que murmuran al viento qué es el amor,
de esas de alma pretenciosa.

La primera se la regaló para que le arrancara los pétalos,
y la dejara marchitar, 
apretándola contra su pecho.

La segunda se la regaló para que la cuidara,
hasta el día de su llegada,
que jamás llegó.

Mientras que la última se la regaló como muestra de su amor, 
como el que sentía el Principito por su rosa,
única en el mundo, solo por ser suya.


jueves, 14 de abril de 2016

Si, puedes


Si puedes conservar la cabeza, cuando todo recae sobre ti,
y están perdiendo la suya y te culpan por ello,
si puedes confiar en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero siempre admites su duda.

Si puedes esperar y no cansarte de la espera,
si estás siendo engañado y no pagas con mentiras,
si estás siendo odiado y no das cabida al odio,
si no pareces demasiado bueno, ni hablas con demasiada sabiduría.

Si puedes soñar, sin que los sueños te dominen,
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo,
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso,
y tratar a estos dos impostores de la misma forma.

Si puedes soportar el escuchar la verdad que has hablado,
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los ingenuos,
si ves las cosas que le diste a la vida, rotas,
y coges tus herramientas gastadas.

Si puedes hacer un montón con todas tus victorias,
y arriesgarlo todo en una partida de juego de azar,
y perder, y empezar de nuevo, desde el principio,
y nunca decir nada acerca de tu pérdida.

Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tendones,
para el momento en el que todo se ha ido,
y así resistir cuando no hay nada en ti,
excepto la voluntad que te dice: 

espera

Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud,
o caminar entre reyes y no perder el sentido común,
si ni los enemigos, ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo, pero ninguno demasiado.

Si puedes llenar el inexorable minuto
y cierto, de sesenta segundos,
si puedes hacer todo lo que te propones,
un “si puedes…” se transformará en un “sí, puedes”.

***


miércoles, 17 de febrero de 2016


Vivir a lo grande de los bienes gananciales. Y para qué, joder, para qué. ¿Quién diablos dijo que el dinero daba la felicidad y que prefería llorar en un Ferrari? Llora todo lo que quieras, toma champán, cómprate un yate y folla con putas, pero dime a la cara que eres feliz, que lo tienes todo, que no necesitas nada. Dímelo.

No puedes. Tu corazón está roto. Muertos tus sentimientos. Déjame llevarme ese pedacito de ti, ese fantasma que recorre tu cuerpo, que te escupe por dentro. Le pondré mucho suavizante, lo plancharé al vapor y lo usaré de sábana bajera las noches que tengamos una cita prometedora.