domingo, 25 de noviembre de 2012

Tic, tac. Toc, toc.



Suena el reloj de pared de la entrada. Suena la saboneta de uno de los bolsillos (de esos pantalones vaqueros con agujeros que te dejaste en mi habitación.)
En una tienda de relojes, todos suenan sin parar -a la par-, y el despertador de mi mesa de noche se para. 
Te espera.
Aún espero que deje de sonar ese tic tac de tu reloj de muñeca, y que aparezcas un día por la puerta.
Sigues teniendo la llave del reloj de cuco.

Dejando pistas de sus co(razones):


Llueve y Max no puede evitar escribir en el vaho de los cristales.
Iniciales y números. Las iniciales de ella juntos a las de él, y la fecha en la que empezó a deshacerse el mundo a sus pies.
El silencio se apodera de aquel taxi, mientras él suspira mirando fuera de la ventanilla.

-Nyx, ¿es desde ese día, verdad? Aquella noche era como la de hoy, lluviosa y tú llorabas, igual que ahora.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Gritándole al sueño.



1,2,3,
4,5,6,
7.
Y de nuevo otra vez.
1,2,
...
¡Sigo sin poder dormir, las ovejas se comen las estrellas!.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Maxwell Dawkins.


Frío, como el hielo. Como las noches de diciembre. -Inquebrantable.-

Decías tener el alma rota. 
Pero, ¿cómo se puede romper algo inalcanzable? 
Lo que tienes es un condón usado con forma de elefantito azul, muy azul.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Coffee.



***

Una vez alguien me dijo que el amor era del aroma del café, 
de un color marrón intenso con grumitos...
El problema está en que nunca me gustó el café.

Desde el 96.


Eres como la noche oscura sobre la cuna de un niño con miedo a crecer,
como el payaso siniestro de las fiestas de cumpleaños, 
como los gnomos del jardín de la vecina (la cual estaba como un cencerro). 
Como una de esas horrorosas muñecas de porcelana 
de la casa de la abuela que te vigilaban mientras dormías, 
o como esa infinidad de traumas que te dejaron en la infancia...
-Y que aún no has superado-.