En la noche más lóbrega,
una tenue luz se abrió paso entre el mundo de las sombras,
mostró tu cálido cuerpo, casi menguante,
tu cabellera, de enmarañado otoño,
y la blanca disposición de tus dientes caníbales.
Mostró tus ojos, de rocío de lluvia y rayado zafiro,
que son los de un león a punto de atacar,
y que tras un segundo, se tornan en los ojos húmedos de una gacela,
que está a punto de morir,
durante una noche eterna, que no deja de gemir.
Nadina Halley
No hay comentarios:
Publicar un comentario