domingo, 6 de septiembre de 2015

Antes de las seis



Un paisaje onírico,
una playa desierta,
el mar y una cala 
rodeada de acantilados al fondo. 
El cielo y el mar 
se confunden. 

A la izquierda, 
un cartón tejido a mano, 
a modo de muro, 
sobre el que se disponen 
dos relojes 
y un árbol incompleto, 
con una sola rama 
y sin hojas. 

El reloj más grande,
blando, 
una mosca sobre él 
y cae. 
Cae escurriéndose 
por el borde 
del cartón tejido 
por las manos 
de mi abuela. 

El pequeño, 
parece un reloj 
de bolsillo, 
cerrado, 
y las hormigas 
danzan a su alrededor. 

Del árbol pende 
un tercer reloj, 
también blando. 
En el centro, 
una extraña figura. 
Una cara blanda 
con largas pestañas 
parece dormir sobre la arena. 

Sobre ella, 
un cuarto reloj,
igualmente blando, 
parece derretirse. 
Los cuatro siguen marcando la hora. 
En torno a las seis. 
Pero, los relojes, 
como la memoria, 
se reblandecen por el paso del tiempo. 

Y yo ya no recuerdo qué pasó 
antes de que empezaran a derretirse. 
De que aparecieran moscas 
y hormigas. 
De lo que pasó antes 
de que muriera.

De cualquier cosa que pasara 
antes de las seis.

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